Contra el dolor que tala la hermosura
-el brazo gangrenado y su exigencia,
el dedo que la máquina anuló
y su uña que se aferra a lo invisible
como tenaz se aferra a cada árbol
la yema en que inscribe su deseo,
porción y cobertura seminal-
sigue creciendo el tiempo, las ramitas.
M.ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ